Desde pequeña, he vivido rodeada de animales; en casa siempre hemos tenido gatos, perros, cabras y más. Disfruto mucho de compartir con ellos, desde largos paseos en la naturaleza hasta juegos, deporte y momentos de cariño. Para mí, siempre han sido parte de la familia. Somos cuatro en casa: mi hijo Otto, de 15 años, que sigue mis pasos y no puede caminar ni 100 metros sin detenerse a acariciar a algún perro; Django, nuestro compañero peludo de 5 años, conocido en el vecindario como “el perro feliz” (¡no puede parar de mover la cola!); y mi pareja Felipe, con quien comparto esta pasión. Él también ama a los animales y creció con perros, así que juntos cuidamos y disfrutamos de nuestros compañeros peludos. Vivimos junto al parque de la Estación del Norte y a 15 minutos de la playa. Sin embargo, nos gusta variar los paseos, y al menos una vez a la semana, Felipe y yo nos escapamos a la naturaleza junto a Django para recargar energías. Para nosotros, un perro feliz es aquel que ha jugado y agotado toda su energía, y cuando ellos están felices, ¡nosotros también lo estamos! Cuando sus perros estén con nosotros, puede estar seguro de que volverán a casa felices y bien cuidados. Los trataremos como a un miembro más de la familia, procurando que no nos extrañen demasiado (aunque siempre lo hacen). Actualmente, Felipe y yo nos dedicamos a cuidar perros a tiempo completo, transformando nuestra pasión en nuestro trabajo, porque no hay nada que disfrutemos más que estar rodeados de animales cada día. En casa, cada perrito es un miembro más de la familia. Tienen su espacio para comer y dormir, y siempre estamos atentos a sus necesidades individuales. Al principio, somos cuidadosos, y hasta que un perro gane confianza con nosotros, no lo soltamos. Ganamos su confianza con premios, cariño y paciencia. Ambos trabajamos principalmente desde casa y tenemos horarios flexibles. Aunque a veces tenemos reuniones, nos aseguramos de que Django no esté solo más de 4 horas. Nuestro día comienza con un paseo temprano de 40 a 60 minutos sobre las 7:30-8:00; luego, al mediodía hacemos una salida más corta de 20 minutos, y por la tarde, alrededor de las 19:00, salimos durante una hora. En casa, los perros encuentran su lugar rápidamente, y aunque se queden poco tiempo, los tratamos siempre con amor y paciencia, integrándolos a nuestra vida como si fueran de la familia.